viernes, 31 de agosto de 2012

LAS MANIOBRAS DEL VATICANO. CAPITULO 1 (ANTONIO GRAMSCI)


                                                 
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martes, 21 de agosto de 2012

Aborto clandestino: el castigo y la condena social


Por Graciela Zurita


A pesar de los varios años que lleva la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que somos  miles las mujeres que denunciamos y luchamos por este elemental derecho año a año en las calles y en los Encuentro Nacional de Mujeres, y a pesar que cada día son mas las personas que se pronuncian a favor de  la despenalización del aborto y que se refleja en los porcentajes que suben en las encuentas , todavía soportamos aberrantes  “noticias”  como las que salieron (aquí)  mostrando el desgarrador relato ( y denuncia) de una mujer  “Maria Magdalena” que fue sometida a una brutal violencia física y psicológica de parte del personal medico.
Claro esta la responsabilidad que le cabe  la responsabilidad al personal de salud, pero es importante también tener en cuenta como  se llega a esta situación. Y es que no puede explicarse de otra forma si no es por las consecuencias de la clandestinidad del aborto que recae en la gran mayoría de mujeres trabajaoras y de los sectores populares,  como “Maria Magdalena”.
En Argentina, en pleno 2012 y tras 9 años de gobierno K (6 de Cristina Fernandez), todavía se niega la discusión del derecho al aborto. La negativa a aprobar este derecho implica a su vez negar la defensa de la vida de las mujeres más pobres y trabajadoras. Durante todos estos años se dejo en claro que no darán un paso en la despenalización (ni  está en la agenda) ni en una educación sexual coherente en el sistema educativo, y en esto el pseudoprogresismo K tiene aliados de todo tipo y color tanto en el peronismo y sus aliados provinciales como en la oposición.
En Tucumán, el gobierno de Alperovich  y todo el arco opositor junto a la Iglesia católica pretenden hipócritamente ser los “guardianes  de la moral”, cuando son estos mismos personajes siniestros los que callaron  y fueron cómplices del genocidio, los que esconden la pedofilia y doble moral de los curas, y los que callan la situación de extrema pobreza que vive la gran mayoría de la población tucumana.
Esta “Santa Alianza” antiabortista  pretenden condenar a las mujeres pobres y trabajadoras, imponen sus conceptos patriarcales arcaicos de igualar a la mujer al rol de reproductora, donde  predican que  el único rol que podemos tener es de “parir y criar”, reprimiendo nuestra sexualidad a este único fin.
Esta idea hace mella en los sectores más reaccionarios de la sociedad (que abundan en las instituciones del Estado), y que utilizan como argumentos contra la legalización del aborto seguro y gratuito permitiendo que en el país se produzcan más de 500 mil abortos clandestinos dejando un saldo de 400 muertes de mujeres anualmente.
La criminalización del aborto a lo único que conduce es a que sea clandestino e inseguro, y que las mujeres cada vez  tengan más  temor de recurrir a los hospitales públicos, a sabiendas que existen posibilidades de denuncias por parte del personal médico. Y a pesar de que los profesiones de la salud deben sostener el secreto médico, se comprueba, y más con el reciente caso, que las denuncias existen y que pese a que a ls profesionales de la salud no les compete el rol de investigar ni enjuiciar a las mujeres que abortan, aún cuando se trate de un procedimiento “ilegal”, todo apunta a que se profundice la “condena social” generando incluso mayor temor en las mujeres de acudir en  atención en caso de complicaciones por abortos mal hechos, lo que aumenta exponencialmente el riesgo de vida.
Como devele  el caso de “María Magdalena”, es muy común el maltrato, la negligencia en la atención, la negación a anestesia para realizar ciertos procedimientos y presión psicológica indebida que afecta la dignidad y derechos de las mujeres. Esta sumatoria de elementos castigadores que caracterizan la situación del aborto clandestino, constituyen una clara violación a los derechos humanos. 

Derecho al Aborto Legal, gratuito y seguro en Todos los hospitales.

La preocupación de la Iglesia, los partidos patronales y los sectores más reaccionarios de la “defensa de la vida “  una cínica paradoja, las que mueren son las mujeres trabajadoras y pobres.Pero no sólo eso,  porque al mismo tiempo que condenan a las mujeres a embarazos no deseados, nos  condenan a la miseria , sufrimos la precarización laboral  y si luchamos por nuestros derechos nos reprimen y criminalizan. Mientras  los grandes saqueadores de las riquezas del país, los defensores de un sistema de explotación que exprime a las trabajadores a jornadas extenuantes por sueldos miserables o a la supervivencia con planes sociales miserables para millones de personas, son los mismos que claman contra el aborto y los métodos anticonceptivos, y son los mismos que luego claman por más cárceles y mano dura contra la “inseguridad” y llaman a aplicar todo el peso de las leyes del Estado capitalista contra las tomas de tierras.
Es por eso que la lucha por el derecho al aborto, la lucha por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, y por los derechos de la mujeres es central. Desde Pan y Rosas  estamos convocando a las mujeres trabajadoras y estudiantes a luchar por nuestros derechos y  para luchar por acabar  con este sistema de explotación y opresión.


¡NI UNA MUERTA MÁS! 
EDUCACIÓN SEXUAL PARA DECIDIR, ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR, ABORTO LEGAL GRATUITO Y SEGURO PARA NO MORIR!
BASTA DE VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES!

Homenaje a León Trotsky


 Por Maxi Olivera

Nos sumamos al homenaje a León Trotsky, a 72 años de su muerte a manos de un sicario bajo ordenes de Stalin.
Varios homenajes se hicieron en la trotskosfera, acá, acá, y acá. Desde "Tucumán Arde" lo hacemos publicando este texto escrito por Trotsky en agosto de 1934.
Tras la crisis del '29 millones de obreros y campesinos norteamericanos fueron llevados a la miseria. La radicalización que surgió en los años posteriores hizo surgir un interés por las ideas del marxismo,  interés al que Trotsky responde escribiendo "Si Norteamérica si hiciera comunista", un texto sencillo pero no por eso menos convincente, donde el gran revolucionario ruso reafirma su profunda convicción en un futuro comunista para la humanidad.
Hoy, al calor de la crisis internacional, se ve un gran despertar de las masas en diferentes partes del planeta; con un gran protagonismo de la juventud y con la clase obrera actuando a través de manifestaciones y huelgas generales. Hoy, luchar por una perspectiva comunista se vuelve un esfuerzo apasionante que tomamos en nuestras manos.


SI NORTEAMÉRICA SE HICIERA COMUNISTA

17 de agosto de 1934


Si Norteamérica se hiciera comunista como consecuencia de las dificultades y problemas que el orden social capitalista es incapaz de resolver, descubriría que el comunismo, lejos de ser una intolerable tiranía burocrática y regimentación de la vida individual, es el modo de alcanzar la mayor libertad personal y la abundancia compartida.
En la actualidad muchos norteamericanos consideran el comunismo solamente a la luz de la experiencia de la Unión Soviética. Temen que el sovietismo en Norteamérica produzca los mismos resultados materiales que les trajo a los pueblos culturalmente atrasados de la Unión Sovietica.
Temen que el comunismo los meta en un lecho de Procusto, y señalan el conservadurismo anglosajón como un obstáculo insuperable hasta para encarar algunas reformas posiblemente deseables. Aducen que Gran Bretana y Japón intervendrían militarmente contra los soviets norteamericanos. Tiemblan ante la perspectiva de que los norteamericanos se vean regimentados en sus hábitos de alimentación y vestido, obligados a subsistir con raciones de hambre, a leer una estereotipada propaganda oficial en los periódicos, a servir de simples ejecutores de decisiones tomadas sin su participación activa. O suponen que tendrían que guardarse para sí sus pensamientos mientras alaban en voz alta a los líderes soviéticos por temor a la cárcel o al exilio.
Temen la inflación monetaria, la tiranía burocrática y tener que pasar por un intolerable papeleo “rojo” para obtener lo necesario para vivir. Temen la estandarización desalmada del arte y la ciencia, así como de las necesidades cotidianas. Temen ver la espontaneidad política y la supuesta libertad de prensa destruidas por la dictadura de una monstruosa burocracia. Y tiemblan ante la idea de tener que aceptar la volubilidad incomprensible de la dialéctica marxista y una filosofía social disciplinada. Temen, en una palabra, que la Norteamérica soviética se transforme en la contraparte de lo que les han dicho que es la Rusia soviética.
En realidad los soviets norteamericanos serán tan distintos de los rusos como lo son Estados Unidos del presidente Roosevelt* del imperio ruso del zar Nicolás II. Sin embargo Norteamérica sólo podrá llegar al comunismo pasando por la revolución, de la misma manera como llegó a la independencia y la democracia. El temperamento norteamericano es enérgico y violento, e insistirá en romper una buena cantidad de platos y en tirar al suelo una buena cantidad de carros de manzanas antes de que el comunismo se establezca firmemente. Los norteamericanos, antes que especialistas y estadistas, son entusiastas y deportistas, y sería contrario a la tradición norteamericana realizar un cambio fundamental sin que se tome partido y se rompan cabezas.
Sin embargo, el costo relativo de la revolución comunista norteamericana, por grande que parezca, será insignificante comparado con el de la Revolución Rusa Bolchevique, debido a vuestra riqueza nacional y población. Es que la guerra civil revolucionaria no la realiza el puñado de hombres que está en la cúpula, el cinco o diez por ciento dueño de las nueve décimas partes de la riqueza norteamericana; este grupito sólo podría reclutar sus ejércitos contrarrevolucionarios entre los estratos más bajos de la clase media. Aún así, la revolución podría atraerlos fácilmente demostrándoles que su única perspectiva de salvación está en el apoyo a los soviets.
Todos los que están por debajo de este grupo ya están preparados económicamente para el comunismo. La depresión hizo estragos en vuestra clase obrera y asestó un golpe aplastante a los campesinos, ya perjudicados por la larga decadencia agrícola de la década de posguerra. No hay razón por la que estos grupos deban oponer alguna resistencia a la revolución; no tienen nada que perder, por supuesto siempre que los dirigentes revolucionarios se den hacia ellos una política moderada a largo alcance.
¿Y quién más luchará contra el comunismo? ¿Vuestra “guardia de corps” de millonarios y multimillonarios? ¿Vuestros Mellons, Morgans, Fords y Rockefellers? Dejarán de luchar en cuanto no consigan quién pelee por ellos.
El gobierno soviético norteamericano tomará firme posesión de los comandos superiores de vuestro sistema empresario: los bancos, las industrias clave y los sistemas de transporte y comunicación. Luego les dará a los campesinos, a los pequeños comerciantes e industriales, mucho tiempo para reflexionar y ver qué bien anda el sector nacionalizado de la industria.
Es en este terreno donde los soviets norteamericanos podrán producir verdaderos milagros. La “tecnocracia” sólo será real bajo el comunismo, que sacará de encima de vuestro sistema industrial las manos muertas de los derechos de la propiedad privada y las ganancias individuales. Las más osadas propuestas de la comisión Hoover sobre estandarización y racionalización parecerán infantiles comparadas con las posibilidades abiertas por el comunismo nortemericano.
La industria nacional se organizará siguiendo el modelo de vuestras modernas fábricas de automotores de producción continua. La planificación científica se elevará del nivel de la fábrica individual al del conjunto del sistema económico. Los resultados serán estupendos.
Los costos de producción disminuirán en un veinte por ciento o tal vez más. Esto a su vez aumentará rápidamente la capacidad de compra de los campesinos.
Por cierto, los soviets norteamericanos establecerán sus propios gigantescos establecimientos agrícolas, que serán también escuelas voluntarias de colectivización. Vuestros campesinos podrán calcular fácilmente si les conviene seguir como eslabones aislados o unirse a la cadena general.
El mismo método se utilizaría para incorporar a la organización industrial nacional al pequeño comercio y a la pequeña industria. Con el control soviético de las materias primas, los créditos y los suministros estas industrias secundarias seguirían siendo solventes hasta que el sistema socializado las absorbiera gradualmente y sin compulsión.
¡Sin compulsión! Los soviets norteamericanos no tendrían que recurrir a las drásticas medidas que las circunstancias a menudo impusieron a los rusos. En Estados Unidos la ciencia de la publicidad brinda los medios para ganarse el apoyo de la clase media, que estaba fuera del alcance de la atrasada Rusia, con su vasta mayoría de campesinos pobres y analfabetos. Esto, junto con vuestro aparato técnico y vuestra riqueza, será la mayor ventaja de vuestra futura revolución comunista. Vuestra revolución será más suave que la nuestra; luego de resueltos los problemas fundamentales no tendréis que derrochar energías y recursos en costosos conflictos sociales, y, en consecuencia, avanzaréis mucho más rápido.
Incluso la intensidad y abnegación del sentimiento religioso predominantes en Norteamérica no serán un obstáculo para la revolución. Si en Norteamérica se asume la perspectiva de los soviets, ninguna barrera sicológica será lo suficientemente firme como para demorar la presión de la crisis social. La historia lo demostró más de una vez. Además, no hay que olvidar que los mismos Evangelios contienen algunos aforismos bastante explosivos.
En cuanto a los relativamente escasos adversarios de la revolución soviética, se puede confiar en el genio inventivo de los norteamericanos. Por ejemplo, podríais mandar a todos vuestros millonarios no convencidos a alguna isla pintoresca, con una renta para toda la vida, y que se queden allí haciendo lo que les plazca.
Lo podréis hacer tranquilamente porque no tendréis que temer la intervención extranjera. Japón, Gran Bretaña y los demás países capitalistas que intervinieron en Rusia no podrán hacer otra cosa que aceptar el comunismo norteamericano como un hecho consumado. Y de hecho, la victoria del comunismo en Norteamérica, la columna vertebral del capitalismo, determinará que se extienda a los demás países.
Japón probablemente se unirá a las filas comunistas antes de que se implanten los soviets en Estados Unidos. Y lo mismo se puede decir de Gran Bretaña.
De todos modos, sería una idea loca enviar la flota de Su Majestad británica contra la Norteamérica soviética, incluso contra el sur de vuestro continente, más conservador. Sería inútil y nunca pasaría de una incursión militar de segundo orden.
A las pocas semanas o meses de establecidos los soviets en Norteamérica el panamericanismo sería una realidad política.
Los gobiernos de Centro y Sud América se verían atraídos a vuestra federación como el hierro por el imán. Lo mismo ocurriría con Canadá. Los movimientos populares de estos países serían tan fuertes que impulsarían este gran proceso unificador en un brevísimo período y a un costo insignificante. Estoy dispuesto a apostar que el primer aniversario de los soviets norteamericanos encontraría al Hemisferio Occidental transformado en Estados Unidos soviéticos de Norte, Centro y Sud América, con su capital en Panamá. Por primera vez la Doctrina Monroe adquiriría un peso total y positivo en los asuntos mundiales, aunque no el previsto por su autor.
Pese a los plañidos de algunos de vuestros archiconservadores, Roosevelt no está preparando la transformación soviética de Estados Unidos.
La NRA no pretende destruir sino fortalecer los fundamentos del capitalismo norteamericano ayudando a las empresas a superar sus dificultades. No será el Águila Azul, sino las dificultades que ésta es incapaz de superar, lo que traerá el comunismo a Estados Unidos. Los profesores “radicales” de vuestro trust de cerebros no son revolucionarios; son sólo conservadores asustados. Vuestro presidente abomina de “los sistemas” y “las generalidades”. Pero un gobierno soviético es el más grande de todos los sistemas posibles, una gigantesca generalidad en acción.
Al hombre común tampoco le gustan lo sistemas ni las generalidades. Será tarea de vuestros estadistas comunistas lograr que el sistema produzca los bienes concretos que el hombre común desea: su comida, sus cigarros, sus diversiones, su libertad de elegir las corbatas, la vivienda y el automóvil que le gusten. Será muy fácil proporcionarle estas comodidades en la Norteamérica soviética.
La mayoría de los norteamericanos están desorientados por el hecho de que en la Unión Soviética hemos tenido que construir industrias básicas enteras partiendo de la nada. Una cosa así no podría suceder en Estados Unidos, donde ya os veis obligados a reducir las zonas cultivadas y la producción industrial. De hecho vuestro tremendo aparato tecnológico está paralizado por la crisis y exige ser puesto nuevamente en uso. El punto de partida del resurgimiento económico podrá ser el rápido aumento del consumo de vuestro pueblo.
Estáis más preparados que ningún otro país para lograrlo. En ningún otro lado llego a ser tan intenso como en Estados Unidos el estudio del mercado interno. Entra en las existencias acumuladas por los bancos, los trusts, los hombres de negocios, los comerciantes, los viajantes de comercio y los granjeros.
Vuestro gobierno soviético simplemente abolirá el secreto comercial, combinará todos los descubrimientos de estas investigaciones realizadas en función de la ganancia privada y los transformará en un sistema científico de planificación económica. Para ello contará con la colaboración de una numerosa clase de consumidores cultos y críticos. La combinación de las industrias clave nacionalizadas, el comercio privado y la cooperación del consumidor democrático producirá rápidamente un sistema sumamente flexible para satisfacer las necesidades de la población.
Ni la burocracia ni la policía harán funcionar este sistema; lo hará el frío, duro dinero.
Vuestro dólar todopoderoso jugará un rol fundamental en el funcionamiento del nuevo sistema soviético. Es un gran error mezclar la “economía planificada” con la “emisión dirigida”. La moneda tendrá que ser el regulador que mida el éxito o el fracaso de la planificación.
Vuestros profesores “radicales” se equivocan mortalmente con su devoción a la “moneda dirigida”. Esta idea académica podría fácilmente liquidar todo vuestro sistema de distribución y producción. Esa es la gran lección a extraer de la Unión Soviética, donde la amarga necesidad se convirtió en virtud oficial en el reino del dinero.
La falta de un rublo de oro estable es allí una de las causas fundamentales de muchas de las dificultades y catástrofes económicas. Es imposible regular los salarios, los precios y la calidad de las mercancías sin un sistema monetario firme. Tener un rublo inestable en un sistema soviético es lo mismo que tener moldes variables en una fábrica que trabaja en serie. No funciona.
Sólo será posible abandonar la moneda de oro estable cuando el socialismo logre sustituir el dinero por un sistema de control administrativo. Entonces el dinero será un vale común y corriente, como el boleto del colectivo o la entrada al teatro. A medida que el socialismo avance también desaparecerán estos vales; ya no será necesario el control, ni en dinero ni administrativo, sobre el consumo individual; puesto que habrá suficientes bienes como para satisfacer las necesidades de todos!
Aún no estamos en esa situación, aunque con toda seguridad Norteamérica llegará antes que cualquier otro país. Hasta entonces, la única manera de alcanzar ese nivel de desarrollo será mantener un regulador y medidor efectivo del funcionamiento de vuestro sistema. De hecho, durante los primeros años una economía planificada necesita, más todavía que el viejo capitalismo, dinero efectivo. El profesor que regula la unidad monetaria con el objetivo de regular todo el sistema económico es como el hombre que trató de levantar ambos pies del suelo al mismo tiempo.
La Norteamérica soviética contará con reservas de oro suficientes para estabilizar el dólar, lo que constituye una ventaja invalorable. En Rusia hemos aumentado la producción industrial en un veinte y un treinta por ciento anual; pero, debido a la debilidad del rublo, no pudimos distribuir efectivamente este aumento. Esto en parte se debe a que le permitimos a la burocracia subordinar el sistema monetario a las necesidades administrativas. Vosotros os ahorraréis este mal. En consecuencia, nos superaréis mucho, tanto en la producción como en la distribución, lo que llevará a un rápido avance en el bienestar y la riqueza de la población.
En todo esto no necesitaréis imitar nuestra producción estandarizada para nuestra pobre masa de consumidores. Recibimos de la Rusia zarista una herencia de pobreza, un campesinado culturalmente subdesarrollado y con un bajo nivel de vida. Tuvimos que construir las fábricas y las represas a expensas de nuestros consumidores. Padecemos una inflación monetaria contínua y una monstruosa burocracia.
Norteamérica soviética no tendrá que imitar nuestros métodos burocráticos. Entre nosotros la falta de lo más elemental produjo una intensa lucha por conseguir un pedazo extra de pan, un poco más de tela. En esta lucha la burocracia se impone como conciliador, como árbitro todopoderoso. Pero vosotros sois mucho más ricos y tendréis muy pocas dificultades para satisfacer las necesidades de todo el pueblo. Más aún; vuestras necesidades, gustos y hábitos nunca permitirían que sea la burocracia la que reparta la riqueza nacional. Cuando organicéis vuestra sociedad para producir en función de las necesidades humanas y no de las ganancias individuales, toda la población se nucleará en nuevas tendencias y grupos que se pelearán unos con otros y evitarán que una burocracia todopoderosa se imponga sobre ellos.
Así la práctica de los soviets, es decir de la democracia, la forma más democrática de gobierno alcanzada hasta hoy, evitará el avance del burocratismo. La organización soviética no puede hacer milagros; simplemente debe reflejar la voluntad del pueblo. Entre nosotros los soviets se burocratizaron como resultado del monopolio político de un solo partido, transformado el mismo en una burocracia. Esta situación fue la consecuencia de las excepcionales dificultades que tuvo que enfrentar el comienzo de la construcción socialista en un país pobre y atrasado.
Los soviets norteamericanos estarán llenos de sangre y vigor, sin necesidad ni oportunidad de que las circunstancias impongan medidas como las que hubo que adoptar en Rusia. Por supuesto, los capitalistas que no se regeneren no tendrán lugar en el nuevo orden. Resulta un poco difícil imaginarse a Henry Ford dirigiendo el soviet de Detroit.
Sin embargo, es no sólo concebible sino inevitable que se desate una gran lucha de intereses, grupos e ideas. Los planes de desarrollo económico anuales, quinquenales y decenales; los esquemas de educación nacional; la construcción de nuevas líneas básicas de transporte; la transformación de las granjas; el programa para mejorar la infraestructura tecnológica y cultural de Latinoamérica; el programa de comunicación espacial; la eugenesia, todo esto suscitará controversias, vigorosas luchas electorales y apasionados debates en los periódicos y en las reuniones públicas.
Pues en Norteamérica soviética no existirá el monopolio de la prensa por parte de los jefes de la burocracia como en la Rusia soviética. Nacionalizar todas las imprentas, las fábricas de papel y las distribuidoras sería una medida puramente negativa. Significaría simplemente que al capital privado ya no se le permite decidir qué publicaciones sacar, sean progresivas o reaccionarias, “húmedas” o “secas”, puritanas o pornográficas. Norteamérica  soviética tendrá que encontrar una nueva solución al problema de cómo debe funcionar el poder de la prensa en un régimen socialista. Podría hacerse sobre la base de la representación proporcional a los votos en cada elección a los soviets.
Así, el derecho de cada grupo de ciudadanos a utilizar el poder de la prensa dependería de su fuerza numérica; el mismo principio se aplicaría para el uso de los locales de reunión, de la radio, etcétera.
De este modo la administración y la política de publicaciones no la decidirían las chequeras individuales sino las ideas de los distintos grupos. Esto puede llevar a que se tenga poco en cuenta a los grupos numéricamente pequeños pero importantes, pero implica la obligación de cada nueva idea de abrirse paso y demostrar su derecho a la existencia.
La rica Norteamérica soviética podrá destinar mucho dinero a la investigación y a la invención, a los descubrimientos y experimentos en todos los terrenos. No dejaréis de lado a vuestros audaces arquitectos y escultores, a vuestros poetas y filósofos no convencionales.
En realidad, los yanquis soviéticos del futuro dirigirán a Europa en los mismos terrenos en los que hasta ahora Europa ha sido su maestro. Los europeos tienen una idea muy pobre de cómo puede influir la tecnología en el destino humano y adoptaron una actitud de despreciativa superioridad hacia el “norteamericanismo”, particularmente a partir de la crisis. Y sin embargo el norteamericanismo marca la verdadera línea divisoria entre la Edad Media y el mundo moderno.
Hasta ahora en Norteamérica la conquista de la naturaleza ha sido tan violenta y apasionada que no habéis tenido tiempo de modernizar vuestras filosofías o de desarrollar formas artísticas propias. Hasta ahora habéis sido hostiles a las doctrinas de Marx, Hegel y Darwin. La quema de los trabajos de Darwin por los bautistas de Tennessee es sólo un pálido reflejo del rechazo de los norteamericanos a las doctrinas evolucionistas. Esta actitud no se limita a vuestros pulpitos. Todavía es parte de vuestra conformación mental.
Tanto vuestros ateos como vuestros cuáqueros son decididamente racionalistas. Y ese mismo racionalismo está debilitado por el empirismo y el moralismo. No tiene nada de la implacable vitalidad de los grandes racionalistas europeos. Por eso vuestro método filosófico es más anticuado todavía que vuestro sistema económico y vuestras instituciones políticas.
Hoy, bastante poco preparados para ello, os veis obligados a enfrentar las contradicciones que sin que se lo sospeche surgen en toda sociedad. Conquistasteis a la naturaleza con las herramientas que creó vuestro genio inventivo sólo para encontraros con que vuestras herramientas destruyeron todo excepto vuestras personas. Contrariamente a todas las esperanzas y deseos, vuestra riqueza sin precedentes produjo desgracias sin precedentes. Descubristeis que el desarrollo social no sigue una simple fórmula. Entonces os visteis arrojados en la escuela de la dialéctica, para quedaros allí.
No hay modo de volverse atrás, a la forma de pensar y actuar predominante en los siglos XVII y XVIII.
Mientras los majaderos románticos de la Alemania nazi sueñan con restaurar la pureza original, o mejor dicho la inmundicia original de la vieja raza de la Selva Negra europea, vosotros, norteamericanos, luego de dar un firme salto en vuestra economía y en vuestra cultura, aplicaréis genuinos métodos científicos al problema de la eugenesia. Dentro de un siglo, de vuestra mezcla de razas surgirá un nuevo tipo de hombres, el primero en merecer el nombre de Hombre.
Y una profecía final: ¡en el tercer año de gobierno soviético en Norteamérica, ya no mascaréis goma!

viernes, 3 de agosto de 2012

HAY QUE FRENAR LA INMINENTE REPRESIÓN!


Por Juan Ignacio Rovere

Más tarde o más temprano iba a suceder. Aquello que quería esconderse bajo la alfombra vuelve a emerger. En una provincia como Tucumán, dónde casi el 30% de los trabajadores y trabajadoras tienen trabajo sólo por temporadas de 3, 4 o 5 meses (en el citrus, el azúcar, la frutilla o el arándano), dónde junto con Santiago del Estero los trabajadores gozan del peor salario promedio de todo el país; en una provincia así, aún con crecimiento económico, los problemas sociales pueden intentar esconderse pero tarde o temprano emergerán a la realidad política.
Así surgieron los autoconvocados de la salud, ya que el salario y la precarización eran insostenibles. Y también emergieron los sin tierra. Una de las tomas más conocidas fueron las del año pasado en Villa 9 de Julio, cuyo desalojo una semana posterior a la masacre de Ledesma, fue tapa de todos los diarios nacionales. Hace 10 días que cientos de familias, principalmente jóvenes precarizados, tomaron tierras linderas al Ingenio Concepción en busca ya no del sueño de la casa propia, sino del fin del hacinamiento.
Frente a un déficit habitacional de casi 100 mil viviendas, en casi 9 años de crecimiento a tasas “históricas” el gobierno de Alperovich apenas pudo entregar un promedio de menos de mil viviendas por año. Es decir, que de mantenerse la actual población, más de noventa mil familias deberán esperar unos cien años para lograr la casa propia. Una buena pregunta seria si realmente es posible construir semejante cantidad de viviendas. Para ayudar en la respuesta es interesante saber que en el mismo lapso de tiempo, sólo en la capital tucumana se construyeron más de 500 edificios en altura, dedicados mayoritariamente a la especulación inmobiliaria, que entre otras cosas al generar una burbuja financiera, hace aún más inaccesible la vivienda al trabajador promedio. Mientras más negocios hay en Tucumán, más exclusión se genera. Es una bomba de tiempo.

Las internas, siempre las internas…

El brutal desalojo en Villa 9 de Julio fue llevado a cabo en medio de una campaña por desacreditar la toma, diciendo que era promovida por tal o cual puntero político. Era cierto, como en cada hecho político de magnitud, las redes políticas (y más las territoriales) siempre estás presentes. Eso puede explicar una parte pero no la totalidad. El actual asentamiento puede buscarse un origen en la interna entre las distintas alas del gobierno que chocan justamente en Alderetes. Pero estas mismas internas, sin el factor empobrecimiento y hacinamiento, jamás podrían generar la ocupación de decenas de hectáreas por varios centenares de familias. Es cuando esto sucede que las internas se acaban. Así como cuando el paro de más de quinientos mil trabajadores estatales de la Provincia de Buenos Aires le puso fin a un round de la interna entre Cristina y Scioli, es la emergencia de los más explotados lo que hace que se cierren filas provisoriamente y se dejen las diferencias para más adelante.
Así, de pronto, lo que durante diez días no apareció en ningún medio, de la noche a la mañana sale en todos al mismo tiempo. “Inminente desalojo”, “usurpadores”. Cerraron filas y nuevamente van a querer que paguen los platos rotos los trabajadores. De ellos sólo podemos esperar la peor brutalidad, como la que mostraron los latigazos del año pasado aquí, o los disparos en el Indoamericano y en Jujuy.
En medio de semejante crisis, se realizó en Tucumán una Intersindical, representando en mayor o menor medida, la unidad opositora entre Micheli y Moyano. La CTA y la CGT local, se reunieron junto a otros gremios provinciales como Municipales de Aguilares (CCC), Sitas, Aefip, etc. Quizás una muestra de que se trata de una unión por fuera de los intereses de los trabajadores se observe que nada dijeron sobre el obrero muerto (y otros graves) en el Ingenio Concepción.
El gobierno prepara una feroz represión, seguramente con el objeto también de borrar la sola idea de buscar un terreno. Toda política que no busque la defensa que los sin tierra de Alderetes, poco podrá hablar en nombre de los trabajadores. ¿Habrá medidas de fuerza por parte de la Intersindical si reprimen a los sin tierra? Cada lugar conquistado en los sindicatos, el movimiento estudiantil, los barrios, debe estar puesto en defender esto que ya es mucho más que un terreno, es si se va a derrotar otro intento de disciplinar a toda la clase trabajadora de la provincia.